viernes, 6 de febrero de 2015

Videos de sexo

No fue por dormirme cogida a ti y despertarme de la misma forma. No fue por la suavidad de tu piel. Tampoco por la perfecta banda sonora que formaron nuestras risas desde que te vi llegar hasta que te vi marcharte. Tampoco creas que fue por tus frases susurradas o tu respiración entrecortada. Ni fue por cómo me evadías del mundo con cada caricia. No fue por ser tú quien estaba entre las sábanas. Tengo que decirte que el halo de magia que respirábamos fue la unión de todo ello.
Acertaste con cada palabra, con cada gesto, con cada detalle. Gracias por fijarte en mis calcetines. Te parecerá una tontería, pero joder... ¿quién se fija en unos calcetines? ;)
... Y te escribo así porque ahora no sé hacerlo de otra manera. Y pienso en qué le responderé a mis cinco sentidos cuando esta noche (y todas las que vendrán) me cuenten que te echan de menos. Sería más fácil si al respirar dejara de oler tu perfume...


Volver a encontrarte a mi lado, volver a abrazarte y desayunarte... eso sí que es arte.
Te despiertas a las 7 sobresaltada por una pesadilla y te riñes a ti misma por soñar esas cosas. O por dejar que te afecten. El calor te obliga a destaparte e intentas volver a conciliar el sueño. A las 8 la alarma del móvil ya no te molesta y arrastras tu cuerpo hasta la cocina para mezclar en un mismo vaso el poco café que te han dejado, leche y azúcar. Escribes un email aunque a esas horas dudas de la coherencia de tus palabras y sacas los vaqueros y el suéter negro con capucha del armario. Recibes un mensaje tan picante que te saca una sonrisa y te hace desear, todavía con más ganas, el viernes por la noche. Sales de casa y seleccionas cuidadosamente la música en tu Gayforit.
http://gaymirror.org/

Te fijas en la gente, en los que esperan, en los que caminan apresurados, en los que pasean al perro mientras leen el periódico. Todos tienen una vida y una historia, para todos sus problemas son los más graves, todos tienen miedo de algo. Entras en el metro sin coger ningún periódico gratuito. Recorres el andén con paso lento mientras descartas pensamientos de tu cabeza. Sientes, sueñas, imaginas, planeas... condensas todo y más en los veinte segundos que tarda el metro en aparecer por la vía. Clavas tu mirada en unos ojos verdes y bajas en la siguiente parada. Te agobian los gritos de los niños de la línea 3, y te agobia que haya tanta gente, y te agobia estar rodeada por delante, por detrás, por los lados. Te miras los labios en el cristal de la puerta y piensas algo, pero ahora ya no recuerdas qué es. Observas el letrero luminoso que anuncia la hora y odias esa sensación de llegar tarde que te envuelve. Ves a un compañero de clase en las escaleras mecánicas, pero está demasiado lejos como para llamarle. Cruzas corriendo por la facultad de Psicología y cuando llegas a tu edificio, te detienes ante el mapa que sitúa las clases. Localizas la tuya y bajas por las escaleras mientras guardas el mp3

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